Ser Motera o Ser Femenina
Muchas veces leo comentarios, frases y lemas que vitorean “dejar el maquillaje a un lado para conducir vuestras motos”… “no nos ponemos tacones y vamos en moto”… “huimos del maquillaje porque somos moteras”… “a la hoguera con el color rosa y vivan las motos”.
¿Hay algún estudio científico que demuestre que vestir de color rosa resta facultades para pilotar, conducir o disfrutar de nuestro deporte favorito?
Porque hasta donde yo sé, el arte de pilotar es el resultado de esfuerzo, dedicación, trabajo duro, y ciertas habilidades que uno pueda tener. Pero no depende de si llevo una sombra de ojos a la moda o las uñas de gel.
¿Por qué debemos elegir? ¿Por qué una mujer en su más pura esencia no puede ser además una gran piloto, motociclista o motera?
Quizás sean simplemente frases desafortunadas pero en más de una ocasión he leído y oído frases y comentarios sobre decantarse entre ser una mujer femenina y ser buena piloto.
Ser Motera o Ser Femenina
Podríamos nombrar, por ejemplo, la modelo y piloto de motociclismo australiana Stacey McMahon a la que se la solía criticar por ser –supongo- demasiado guapa para ser piloto de motociclismo.
Lo comentamos hace unos meses en otro post (puedes leerlo aquí) en el que nos preguntábamos si podíamos ser moteras y guapas a la vez.
Esta vez, aunque entendemos que las guapas no tienen culpa de serlo y que es cosa de sus genes, nos preguntamos si podemos ser femeninas y presumidas sin perder nuestra capacidad para conducir una moto igual o mejor, en muchos casos, que muchos hombres.
Al final el mundo entenderá que una puede ser amante de cursiladas como la Kitty (que a mí personalmente me encanta) o ir siempre con las uñas impecablemente pintadas y cuidadas, y salir con su moto a disfrutar de las curvas como la que más. O pasarse una hora en el espejo cuidándose y competir en cualquier categoría en la que su arte o capacidad económica le permita.
Ser motera es una pasión, es un estilo de vida diferente pero en el que no se debe renunciar a nada para vivirlo plenamente.
Por cierto, yo no voy a ninguna parte sin rimel mínimo 😉
