Durante la semana somos “personas normales” nos levantamos a la hora que nos toca, nos guste o no, nos vamos a trabajar y cumplimos con nuestra obligación durante toda la jornada laboral. Luego, estamos la mayoría tan cansados, que no queda otra que ir a casa y descansar par el día siguiente volver a repetir la misma operación.
¿Pero qué hacemos cuando llega el fin de semana? Llevamos toda la semana de duro trabajo soñando en cuando llegará el fin de semana y podremos sentirnos como niños.
Salir a jugar con las motos, sentirnos vivos, sentirnos libres y dejarnos llevar por la pasión por las motos. Pasión es algo común en todos, pero el cómo la vivimos no.
Los más racings salen a la carretera a curvear, a ser rápidos, a hacer las curvas mejor, a ganar (de manera sana por supuesto) a sus amigos, a tumbar más que nadie y sentirse como un piloto llevado al asfalto urbano.
Los “Stuners” juegan a posiciones imposibles con sus motos adaptadas. A dibujar figuras con goma quemada en el suelo, a saltar una y otra vez por encima de ellas y a convertirse en los más habilidosos de su grupo.
Los adictos a las custom salen en formaciones a disfrutar de los paisajes en compañía de los suyos. El viento sobre su piel y su cara son las emociones que buscan. El ruido de sus motos es la música que les compaña todo el camino.
Los apasionados de la tierra se lanzan a los montes a surfear entre las piedras y los matorrales. A llenarse de barro y a pasar por lugares mágicos por los que parecería imposible.
Todos los moteros, sea cual sea el estilo, nos volvemos niños a los que solo les importa una cosa, ser felices con sus juguetes favoritos.
¿A qué juegas tú?
