Memorias de una moto (por Elena González)

Compartir

Categoría

Instagram

ÍNDICE/ GUÍA DE CONTENIDOS

Memorias de una moto (por Elena González)

Los cuernos..

Se llama Augusta y sueña con ella, que lo se, que  me lo  han contado, que la ha puesto en el feibuc  incluso, es roja brillante,  moderna y claro más joven, se ha fijado como no, en una más joven la muy sátira. Yo, que le dado los mejores años de mi vida, mi  juventud, mi energía, mi fuerza, mi empuje, mi alegría, mi todo, que se lo he dado todo a la ingrata y he pasado por todo, que las hemos pasado de todos los colores juntas, que nos hemos roto juntas que nos hemos reparado a la vez. Sin mí que habría sido de ella, si cuando la conocí llevaba un cacharro antiguo, un artefacto negro viejo del año del catapún que ni brío tenía ya.

mv-augusta-f3-memorias-de-una-moto-mujeres-moteras

Y con la que no fardaba nada, ni le lucia el porte que tiene, ni la envidiaban ni nada con lo que le gusta a ella dar morda,  en fin una más la pobre una del montón… que más tarde cuando me conoció y empezó a hacerme la corte, todo era maravilloso, extraordinario que venía la tía a verme a la tienda y se le caía la baba y entraba la desagradecida arrobada y me tocaba, me ponía ojitos  suspirando y me susurraba palabras a de amor, eterno o eso pensaba yo… infeliz, mientras la traidora ya debía tener claro que iba a estar conmigo un tiempo, mientras yo me mantuviese joven y estuviese fantástica y luego me iba a dejar tirada, como a un trapo, como a un trasto inservible…snif.

¿Pero que se ha pensado la tiparraca? ¿Quién si no yo se habría acoplado a  ella sin quejarse, sin decir ni mu, dando los hierros a cambio de su bienestar, pensar en ella antes que en mi, esperarla día a día para acompañarla en sus salidas, sus juegos y sus diabluras? ¿Y así me lo paga la ingrata? A mi ¿Cómo ha podido? Poco pensé yo cuando la conocí y se los puso conmigo a su compañera de  entonces que pasando el tiempo sería yo la cornúpeta.

Ahora, que se prepare que le va a costar un Congo y va a gastar en ella un Perú y haber si se deja embarrar así tan alegremente y fotografiar a todas horas, como yo.

Aunque bien pensado a lo mejor recapacita la infiel y reconsidera la cuestión y todo queda en agua de borrajas, en un  desliz inconexo, en un amorío intrascendente, en un sueño baladí y yo que la quiero hasta las ruedas la perdonaré enseguida y nos daremos una segunda oportunidad, y seguiremos juntas y motociclísticamente felices y hasta fijo que me compra unas ruedas nuevas, si seguro que va a ser así, ya fijo que se ha olvidado de esa fresca.

SUSI

Mujeres Moteras