Mi aventura (por Ana Clarena)

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Después de unos meses como guía en Namibia. Empieza mi propia aventura. Recorrer en moto sus desiertos y montañas.

La elegida, una Yamaha XT660, puesta a punto con un nuevo par de neumáticos de tacos. Todo listo y decidido. De entrada, el único contratiempo es el tiempo, son las 15.00 y sólo quedan 3 horas hasta la puesta de sol. La distancia a recorrer en esta primera etapa son 250Km por pistas de tierra hasta llegar a la finca de mi amiga Yuri, la única japonesa que vive en pleno desierto del Namib.

Ya hace años que ando por estas latitudes, parajes de ensueño, todos ellos unidos por fantásticos caminos polvorientos. Finalmente el momento ha llegado, sólo dos compañeras de viaje, la XT y mi ilusión. Juntas nos adentraremos en un nuevo mundo de sensaciones.

Todavía en la carretera de sal, tras adelantar un camión, y a tan solo 6 Km  del inicio, la moto se cruza en mitad de la carretera. Por un segundo me pregunto: “¿Será el viento?” Pero no, la moto no regresa a su posición inicial. Resulta imposible echarse al arcén izquierdo, así que sin pensarlo aguanto el manillar con fuerza, y me lanzo hacia el carril opuesto. Lo consigo, pero al bajar de la moto no me quedan suficientes fuerzas para sujetarla, así que la dejo caer suavemente.

Ni tan solo he llegado a los caminos de tierra. Pero el sol brilla, y las dunas esperan. Yo recupero el aliento, y  finalmente respiro.

El neumático trasero está totalmente deshinchado. En el taller, los mecánicos encogen sus hombros, por lo visto olvidaron realizar un último ajuste. Al fin y al cabo, el ángel de la guarda estaba de servicio y me pudo prevenir de los misterios y peligros de la noche en el desierto.

Neumático reinstalado. Un nuevo día amanece.

Mujeres Moteras