Mi mamá siempre me ha dicho que le gustan las motos y que disfruta mucho cuando va en alguna. De hecho, tiene un amigo con una BMW muy antigua y siempre dice que se siente genial cuando va con él. Se acerca a ver las concentraciones que hay por aquí y se emociona cuando ve grupos de motos que van de paseo.
Pero es subirme yo a la mía y ya le entran todos los males. Sufre, se angustia y se enfada si no la llamo. Supongo que es la cruz de cualquier madre de moter@ y nada que le digas hará que deje de sufrir mientras nosotros estamos jugando como críos a trazar una curva tras otra. ¿Alguna o alguno de vosotros piensa en su madre cuando está sorteando curvas? o cuando tienes alguno de esos sustitos que te disparan la adrenalina pero que solo quedan en un uiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii… yo no, pero ella si piensa en mi cada vez que salgo.
Cuando nos caemos son las primeras que están allí para cuidarnos y ayudarnos en nuestra recuperación y cuando decidimos –pese a todo consejo- volver a subirnos a la moto son las que nos animan y nos apoyan. Nos aguantan y nos consienten dejándonos hacer lo que más feliz nos haga.
Muchas veces he oído…. “por mí te dejaría la moto del tamaño de un tenedor” pero luego la veo que sale con su camiseta de Mujeres Moteras orgullosa y comenta con sus amigos y su gente la moto que tiene su hija.
Sentimientos encontrados que solo una madre de un motero puede tener y que la hacen ir desde la emoción al sufrimiento en cuestión de segundos.
¿Son vuestras madres sufridoras profesionales? ¿Os regañan si no las llamáis cuando volvéis de dar una vueltecita?
Si quieres contar la historia de tu madre o quieres que ella nos la cuente, no dudes en mandarla a rincondelamotera(@)mujeresmoteras.com.
Te la publicaremos en unos días!
Berta
