¿Somos los moteros… solitarios?

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Siempre hablamos del compañerismo, de la camadería, de la familiaridad con la que nos tratamos los unos a los otros. Da igual que salgas solo de casa, si te unirás a otros en la carretera y compartirás mesa con moter@s que no conocías hasta ese preciso momento. Reirás y llorarás como si fuesen de tu misma sangre por la victoria de uno de los tuyos o la caída de otro compañero.

¿Pero porqué nos gusta ir en moto?

Por la libertad de estar tú solo y tú moto superando una curva tras otra hasta el final de la carretera. Por poder parar tú cabeza un rato y no pensar en nada más que en dar gas, frenar, tumbar, gas, frenar, tumbar y así nuevamente hasta el final de la carretera.

Momentos de soledad que combinan a la perfección con el compañerismo más absoluto.

Los no-moteros creen que para disfrutar de la soledad hay que estar solo. Yo siempre les digo que en moto, aunque vayamos 100 y la madre de todos, podemos estar en soledad. Y que cuando nos hemos cansado de sentir esa extraña soledad, compartimos experiencias y vivencias con nuestros compañeros.

La soledad del ruido de mi moto y el asfalto, y la compañía de personas que viven mi misma pasión por las dos ruedas.

Una soledad acompañada.

Siempre he sido un espécimen raro! Siempre me ha encantado estar sola, a mi aire, sin tener que hablar o explicar a nadie. Mis cosas, mi casa, mi mundo. Pero a la vez, siempre me ha gustado estar con gente, compartir, charlar, reír y discutir cualquier tema que se tercie. Con las motos tengo los dos mundos en una misma jornada. Mi gran pasión combina ambas cosas a la perfección.

Cuando voy en moto me transformo. Paso a ser parte de ella y ella parte de mi. Ya no percibo nada más que no sea la carretera. Una concentración que solo interrumpo para saludar a l@s compañer@s con los que me voy cruzando. Para que sepan que estoy ahí, que soy una más y les mando mi más sincero saludo.

Luego, en el bar, disfrutaré de las risas, bromas y aventuras de los otros compañeros. Se acabará la seriedad y la concentración para dar paso al juego y la diversión. Pero solo durará hasta que me vuelva a subir a mi moto.

¿Te has parado a pensar cómo te sientes cuando estás en la soledad acompañada de tu moto? ¿Qué sentimientos recorren tu cuerpo cuando sabes que solo sois tu moto y tú, mientras ves por el retrovisor a otras motos que sienten igual que tú?