Del pánico al disfrute a golpe de gas

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Me llamo Marta y mi atracción por las motos empieza de muy pequeña.

Tengo un hermano 13 años mayor que yo, así que yo era muy pequeña que él ya llevaba motos grandes. Recuerdo varias CBR, una R1 y otras por el estilo. Me encantaba cuando él venía a casa a comer y cuando se iba me dejaba sentarme en su moto mientras se preparaba. La arrancaba y me dejaba darle un poquito al gas. Yo era tan pequeña que no llegaba ni a las estriberas.

Cuando me fui haciendo un poco más mayor, lo suficiente para que mis padres me dejaran subirme en ellas, a veces mi hermano me llevaba con él a hacer alguna ruta. Recuerdo hacer alguna vez la carretera de Tossa y pararnos en el mirador a contemplar las demás motos.

Sobre los 16 llega mi primera experiencia en moto. Teníamos un terreno en una urbanización en la montaña. Todos los niños de la zona íbamos siempre juntos. Y un vecino, el padre de una del grupo compró una scooter vieja y estropeada para que mi padre, que es mecánico, la arreglase y nosotros hiciéramos el burro por allí. No nos dejaban salir de una calle sin salida y nos turnábamos para darle vueltas a aquella calle. Con aquella moto hicimos mucho el burro, hubo algunas caídas, pero todo sin importancia. Hasta que llegó el día que les pareció peligroso lo que hacíamos y se la quitaron de encima.

Siempre quise tener una moto, en varias ocasiones me planteé sacarme el carnet pero cuando tienes tiempo no tienes dinero, cuando hay dinero no hay tiempo. Cuando pude, mi coche estaba muy hecho polvo y preferí gastar mis ahorros en un coche decente. Y así fue pasando el tiempo.

Mi padre tiene una 125cc y alguna vez la cogí prestada para ir a la universidad, o sitios donde estaba complicado aparcar. Pero me parecía poco estable, el viento la movía mucho, le costaba muchísimo coger velocidad, adelantar a alguien era una eternidad, etc.

Durante toda mi vida he sido de las que siguen con la mirada cada moto que ves pasar, pero fue pasando tanto tiempo que ya casi lo tenía olvidado. Ya creía que nunca lo haría, aunque fuera una de las ilusiones de mi vida, siempre encuentras otra cosa más importante. Hasta que el año pasado, mi pareja, consciente de que era mi ilusión (aunque a él le den pánico absoluto) me regaló la matrícula de la autoescuela para mi cumpleaños. El sabía que yo no iba a dar el paso y lo dio el por mí.

Al principio no sabía qué hacer, sacármelo, no sacármelo… ¿Y después qué? Te habrás gastado un dineral en el carnet y no vas a comprarte una moto… ¿o sí? En fin que me saqué el carnet y cuando acabé no sabía qué hacer. No tenía una necesidad de tener moto, tengo parking en casa y en el trabajo… “si me la comprase sería un capricho, un capricho muy caro”… “¿Y qué me compro? Una maxiscooter me da menos miedo, pero lo que siempre he querido es una moto de verdad”… “Nunca he tenido moto, es demasiado empezar con una 600″… “Pero no está la economía para comprar una más pequeña y luego cambiarla”… “¿Me compro una 250? o… ¿se me quedará pequeña?”… En fin, un mar de dudas hasta que se me presentó la oportunidad de comprarme mi ER-6n. Quedé con el chico que me la vendía, me subí, intenté levantarla de la pata de cabra y no podía!! Pesaba demasiado!! No contaba con eso!!! jajaja. La verdad que estaba aparcada en una calle cuesta arriba, igual por eso me costó tanto. Esto me hizo echarme atrás… pensaba “como te vas a comprar una moto que no eres capaz de sacarla del caballete!!”. Fui a un concesionario a probarla y allí sí que pude y vi que si que podía con ella… Así que me la compré!

Una vez la tuve en el garaje tardé casi una semana en cogerla por primera vez, me daba pánico. Me parecía que pesaba demasiado y no podría con ella. Fui sacando escusas, hoy no porque llueve, hoy no porque está nublado, hoy no puedo, etc… Hasta que llegó el día que se me acabaron las excusas.

Bajé al garaje, la cojo, llego a la rampa… ¿y ahora como subo esto? No lo recuerdo bien, pero seguro que se me caló jajaja. Pensé en salir, dar una pequeña vuelta por el pueblo y volver a guardarla. Pero salí a la calle, circulé un poco y pensé… “esto no es tan difícil como te habías imaginado, circulando no pesa tanto”… Llegué hasta donde tenía pensado ir… y pensé… ¿YA ESTÁ? Así que nada, empecé a dar vueltas, ir hasta el pueblo de al lado, ir a casa de mis padres, etc.

Y a partir de ese día empecé a hacer caminos cada vez un poco más largos, le fui cogiendo el gusto, pero me seguía dando algo de miedo. Mucha gente me perseguía para que saliera con ellos de ruta, pero me daba miedo y me hacía la loca, daba largas y tal. Y por fin, después de casi un año, el fin de semana pasado hice mi primera ruta.

Me levanté nerviosa, casi no pude ni desayunar, sentía nervios mientras bajaba al garaje, mientras cogía la moto, mientras llegaba al punto de reunión, cuando nos pusimos en marcha… y así durante todo el día jaja.

Al final, superé la prueba… aunque lenta… empecé las curvas bien y poco a poco vi como el de delante se me iba escapando, luego lo veía un poco lejos, luego lo veía sólo en rectas largas… y luego dejé de verlo… Hasta que llegué al final donde estaban todos esperándome. No me importó que me dejaran atrás, tenían su derecho a disfrutar las curvas y yo no pensaba correr más allá de mis posibilidades por no perder la rueda del de delante.

En fin, la ruta se acabó, me volví a casa y guardé la moto pensando ya en la siguiente. Me sigue dando algo de miedo, pero la pasión lo supera y seguiré saliendo hasta coger la confianza suficiente.

Hasta aquí mi historia. Seguro que me dejo cosas!! Pero espero que sirva de ayuda para otras chicas que están en la misma situación y no acaban de atreverse.

Nos vemos en la carretera!!!

Mujeres Moteras