No digas que no te gustan las motos, hasta que no las pruebes

Compartir

Categoría

Instagram

ÍNDICE/ GUÍA DE CONTENIDOS

No digas que no: MotoVoy a explicar mis inicios como motera porque son un reflejo de cómo te puede cambiar la vida de un día para otro, siempre para mejor, claro.

Yo siempre me había mirado las motos desde lejos, porque me gustaban pero me daban mucho miedo. De echo, en una feria que se hizo en Barcelona donde la Guardia Urbana paseaba a los niños con sus motos, después de hacer una cola de más de media hora, cuando me tocó mi turno, me rajé y no me atreví a subirme sobre semejante “bicho”, que a los ojos de una niña parecía todavía más impresionante.

Pasaron los años y al cumplir los 18, me saqué el carné de conducir (de coche). Iba en el coche con el que entonces era mi novio, y al aprobar el examen de conducir me comentó “ahora me voy a sacar el carné de moto”, a lo cual yo le respondí “y una m…”. El caso es que tenía pánico a las motos, pero en más de una ocasión soñé que conducía una moto de gran cilindrada de color azul.

Más adelante conocí al que hoy es mi marido, Jose, un fanático de las dos ruedas. Y en una de nuestras primeras salidas como amigos, me dice que ha quedado con unos colegas para ir a Andorra… en moto. En ese momento el corazón se me para del susto!!! Pero como estaba tontita por él y nunca había estado en Andorra, me olvido de mis fantasmas y me decido a ir…

¡¡¡No cabe decir que la experiencia me encantó!!!

No digas que no: Moto

Nuevas sensaciones, la cercanía de la carretera en las curvas, los olores del aire, la velocidad y el sentimiento de pertenecer a un grupo muy unido por la misma afición… y se me despertó el gen motero que tenía dormido, pero inserido en el ADN.

Después de comprobar que me llegaban bien los pies al suelo como piloto probando la moto de Jose, decido sacarme el carné de moto en secreto. Cuando él se entera, me busca mi primera moto para regalármela cuando aprobé el examen, una NSR 75, una “bicicleta con motor”, pero super divertida e ideal para empezar… De ahí pasé a algo más pesado, pero igualmente manejable, una GS 500, que vendí al quedar embarazada de mi primera hija. Y ahora llevo una más grande… la CBR 600 RR, la “otra niña” de mi marido y que le quito siempre que puedo!!!

Con todo esto yo sí que puedo asegurar que no puedes decir que algo no te gusta hasta que lo has probado.

Un beso muy grande a todas las moteras!!!

Charo. 

Mujeres Moteras