Orgullosa de cumplir sueños

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Me llamo Inma y desde bien pequeñita me gustaban las motos. A los 17 me empeñé en querer la mía propia, o por lo menos un novio que tuviera una… pero ni una cosa, ni la otra.

Mi padre, mecánico de Lambretta en su época y con alguna carrerilla a sus espaldas, se negó en rotundo y me dijo que no, una chica… con moto… solo conseguí comprarme un Vespino a los 18 y un buen conflicto familiar me costó…

La vida no me acompañó en mi sueño y al final desistí de cumplirlo, me casé, tuve a mis hijos… y a los 5 años me divorcié… me volvió a rondar por la cabeza, aunque no podía entonces…

Finalmente, y ya con 35 años me decidí y me dije que era el momento, ya, nada ni nadie mandaba sobre mí, ni me lo impedía. Mis padres, mi hermano…, no apostaron ni un duro por mí, me decían que sería incapaz hasta de sacarme el carné. Solo un buen amigo me dio ánimos y me hizo perseguir mi sueño, él, también motero por supuesto…

Saqué enseguida la teórica, pero… la práctica se me resistió puesto que tuve unas dificultades físicas y no pude ni presentarme… cosas de la vida. A punto estuve de abandonar, pero entonces, conocí a quien sería mi próxima pareja y fue él junto con mi buen amigo, quienes me “obligaron” a tirar para adelante y acabar con el carné en la mano.

Había entrado la normativa nueva, obtuve el A-2, pero me sentía la mujer más feliz del mundo, con mi carné y mi moto, una Yamaha SR Special 250 de segunda mano con la que voy a todas partes.

Llevo ya dos años rodando con ella y ha llegado el momento de cambiar, en ningún momento he pensado en deshacerme de ella, la tengo mucho cariño, pero… en mente tengo un par de modelos que me tienen loca… Mi madre dice que tengo pajaritos, pero yo le digo que tengo una moto…

Me siento orgullosa de mí misma por haber sido capaz de conseguir mi sueño 20 años después y a pesar de mis dificultades físicas, (desgaste de articulaciones en ambas manos, fibromialgia diagnosticada desde hace algo más de 4 años y algo más que tampoco hace falta contar…) y de tener tres hijos adolescentes, (intento compaginar mi tiempo y el de ellos para poder salir con mi “nena”) tengo un nuevo sueño, el próximo, el de poder llevar mi propia moto de 600 en breve…

Agradecer desde este pequeño escrito el apoyo de dos personas muy especiales en mi vida, dos hombres, a los que quiero mucho y lo saben, dos moteros que me acompañan en mis aventuras. Un abrazo “Bandido”, mi hermano y otro para el de la Bala Roja, a quien todavía llevo en mi corazón. Sin ellos, no sé si hubiese sido capaz.

Saludos en V a todos los moter@s.