La pasión por las motos se siente y se vive

Compartir

Categoría

Instagram

ÍNDICE/ GUÍA DE CONTENIDOS

Si cierro los ojos recuerdo como si fuera ayer, cuando me quedaba hipnotizada delante de la Bultaco amarilla de mi hermano, aparcada en el garaje.

 

A mis 5 años aquella máquina de 2 ruedas parecía enorme, monstruosa… pero me encantaba.

Recuerdo pasar mis dedos, recorriendo sus líneas… suaves y brillantes… como provocaba sonrisas y me empezaba a despertar… pasiones…

Recuerdo, subirme encima con la ayuda de mi padre… Recuerdo coger una silla, cuando estaba sola, y deslizarme encima… coger los puños… dar gas y jugar a ser una gran motorista…

Recuerdo el día que mi padre y mi hermano la compraron. Era verano, hacía calor, día ideal para probarla… ¡¡Que bonita!! Se subieron los dos, arrancaron y se lanzaron a su primera aventura en moto y…. Al final de la bajada los veo aparecer andando, con la moto empujando… fui corriendo hacia ellos: Nena, no ha pasado nada, solo que no hemos sabido girar…  La suerte fue su compañera pues no tuvieron más que algunos rasguños pero ni con esas me desapareció mi pasión ni mis ganas de poder subirme a una máquina de dos ruedas; todo lo contrario, pensé: ¡¡Quiero y lo haré, aprenderé!

Ese fue mi primer contacto y, por suerte, no el último.

Al cabo de unos años tuve la suerte de probar mi primera moto de marchas. Con 13 años montada en una Rieju 50 trucada hasta la médula… Y aprendí lo que era hacer un caballito jeje…  (Menudo susto entre risas y un poco de miedo) Eso si, aprendí perfectamente la relación entre las marchas, embrague y gas…

Al poco me compraron mi primer ciclomotor, una Suzuki Maxi 50. Poco a poco me enseñaron con una nsr 75… para tocar la cima con una cota 347 de 350cc de trial con la que hacía mis primeros pinitos en la montaña…  Idas y venidas de copiloto en una Ninja. Mi primera quemadura en el gemelo con el tubo de escape de una 1000. Una mini ruta por el Montseny encima de una Suzuki Katana 1100

Cuando los adolescentes tenían posters de chicos guapos yo tenía de una preciosidad mucho mayor: una cbr. Mi rutina antes de acostarme era mirarla con ojos lascivos y al cerrarlos decir: se que algún día serás mía nena…

Con el tiempo y los años tuve que conformarme con un ciclomotor para mis desplazamientos. El poco tiempo, dinero, y otros factores me impedían hacer realidad mi sueño… hasta que… un golpe de suerte, de fortuna o simplemente mi cabezonería y entereza hizo que por fin me otorgaran aquella letra tan esperada… aquella vocal que daba sentido a mi vida… Si, por fin tengo el “A”… Mío y solo mío … El poder en mis manos… Mi sueño cumplido… mi Cbr entre mis piernas… mi pequeña… mi nena…

Mi padre, a día de hoy, aun se está preguntando de donde me viene esa pasión por las motos pues a nadie de mi familia les gusta, ni siquiera a mi hermano…  y yo le respondo, Papá, esta pasión no se hereda, se siente, se vive, y se muere con ella…

Me enfundo en un traje de cuero negro… y antes de subir, la miro, la acaricio y clavando mi mirada en la suya, le digo: Nena, hoy por fin eres mía…

V’sssss

Celeste