Pasión sobre ruedas (por Ana C. Salazar)

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Pasión sobre ruedas: Aferré el manillar con ímpetu y decidida aceleré. Sentí como él se ceñía a mi cuerpo, me rodeaba la cintura y posaba la cara en mi espalda. Ese gesto, tan espontáneo y sencillo como parece, fue suficiente para que los problemas se esfumasen.

Mi mente había ascendido a un nivel adimensional donde sólo estábamos los dos en la moto, echando un pulso a la fuerza del viento, apagando el frío de la velocidad con la pasión de nuestros cuerpos fusionados. Formábamos un único ser sobre dos ruedas.

Volamos en la carretera desierta, acercándonos desesperadamente al destino de un paraíso incierto. No huíamos, no nos conformábamos con eso, queríamos evaporarnos en el universo.

De habernos fijado diríamos que no eran los árboles los que se movían, éramos nosotros. No eran los demás vehículos los que se quedaban atrás, sino él y yo adelantando impacientes, anhelantes por alcanzar a vislumbrar el final del trayecto.

Entonces cavilé, quizás sería mejor prolongar el momento de éxtasis.

Fui frenando paulatinamente para que él no se percatase. Con nosotros el tiempo se paralizaba, el viento dio paso a una suave brisa, las sombras cobraron formas, el paisaje se hizo estable…

Ambos cascos establecían la trinchera de los besos imposibles, las cazadoras de cuero impedían el roce de los cuerpos desnudos, la seguridad no permitía la soltura de las manos para las placenteras caricias, aún así, hicimos el amor como nunca lo habíamos hecho, maravillados por tenernos tan cerca el uno del otro, apreciando el goce supremo de la libertad.

Nada nos detendría, no pararía hasta sentirme satisfecha, sentía un cosquilleo férvido en el vientre, el ruido del motor disimuló un suspiro de deleite.

En mi sueño realizado había conseguido adherir las dos pasiones que me volvían inconsciente.

Ante mi se abrían dos bifurcaciones.

Sin pensarlo opté por el camino largo…

Mujeres Moteras