¿Somos unos quejicas?

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copilotos quejicas mujeres moterasEl refranero popular, que tiene una frase (casi siempre muy acertada) para cada ocasión y yo me atrevería a decir que casi casi tiene una ocasión para cada frase, guarda una muy curiosa que a mi abuela le encanta: “Al que tiene hijos y ovejas nunca le faltan quejas”. Me acordé de esta frase cuando a principios de enero vino a verme mi mejor amigo con su moto y me llevó a dar un paseo en ella. Hacía tanto que no subía en moto (como unos cuatro o cinco meses, sin exagerar) que la verdad es que se me hizo hasta un poco extraño y todo. Fijaos si tenía falta de costumbre ya.

El caso es que fuimos por una de nuestras carreteras preferidas, una que tiene bastantes curvas y poco tráfico y que además los dos conocemos al dedillo porque la hemos recorrido innumerables veces. Pues así y todo, ese día no disfruté como en otras ocasiones. No sé en realidad lo que me pasó. Tal vez me pareció que él iba más deprisa o que yo me acomodaba en la moto peor que otras veces, me sentí más insegura… No sabría definirlo. Lo único que os puedo decir es que pasé la mayor parte del paseo protestando para mis adentros y que cuando regresamos a la ciudad y fuimos a tomar algo se lo tuve que decir.

La cara de mi amigo era un auténtico poema al escucharme decir que si se le había olvidado conducir en todo el tiempo que llevábamos sin vernos. Siendo sincera y ahora que han pasado ya casi dos semanas, he de decir que estoy casi segura de que conducía igual que siempre, o sea bien, de manera que el problema lo tenía yo, que ya casi se me había olvidado lo que era subirme en una moto. Pero en esos momentos y con toda la adrenalina del paseo no estaba dispuesta a reconocer que quizá era más cosa mía que suya y ahí estuvimos, debatiendo entre caña y caña si se le había olvidado llevar copiloto hasta que me dijo “pero qué quejicas que sois los pasajeros, de verdad”. Ahí fue donde me acordé yo de la frase de mi abuela y pensé que bien podría decir el refrán que “al que lleva copilotos y ovejas nunca le faltan quejas” porque, en buena parte de los casos, me da que es verdad.

Lo de que los pasajeros nos quejamos no es la primera vez que lo escucho de boca de mi mejor amigo. Él suele llevar al trabajo a un compañero casi todos los días y también “sufre” sus quejas e indicaciones (que a veces no son lo mismo, pero en muchos casos sí, una indicación no es más que una queja encubierta) casi a diario, de manera que el pobre tiene ya experiencia en pasajeros que dan más guerra de la deseada. “Los pasajeros os quejáis por todo: por la velocidad, por cómo tomamos las curvas, por cómo cogemos los badenes en las ciudades, hasta por el aparcamiento que le hemos encontrado a la moto. Si es que en el fondo os gusta” me decía bromeando para quitarle un poco de hierro al asunto.

copilotos quejicas 2A los pocos días de marcharse, decidí preguntar a algunos de mis amigos motoristas si ellos tienen una visión parecida del pasajero. Quería saber, en definitiva, si somos tan quejicas como nos pintan (y, sobre todo, averiguar si yo soy la pasajera más quejicosa que hay o me puedo quedar tranquila porque existen muchos y muchas como yo). La verdad es que las opiniones que obtuve fueron muy dispares pero, en general, no somos tan quejicas como parece… salvo con la velocidad. Con la velocidad sí que nos quejamos mucho. Y en ambos sentidos: tanto de la mucha, como de la poca. “Mi novio siempre se queja de que voy lenta. Siempre. Y no tiene razón de ser porque cuando vamos cada uno con nuestra moto siempre vamos pegados, no me tiene que esperar ni nada. Pero cuando viene conmigo por lo que sea, siempre está con que le dé un poco más” me contaba Sandra, conductora de moto desde hace 17 años y novia de Sergio desde hace 10. Lo que él me dijo es que “cuando es ella la que viene conmigo en la moto es la que se queja, porque según ella voy muy rápido pero siempre conduzco más o menos a la misma velocidad y cuando vamos cada uno en la nuestra no le parece que sea tanta”. Curioso ¿verdad?

Yo pensaba que los pasajeros nos quejaríamos más por cosas como cuántas paradas se hacen en un viaje largo o por adelantamientos o cosas así, y resulta que al final, al menos en mi círculo, lo que más “discusiones” y quejas provoca es la velocidad. ¿O quizá sean las ganas de ser nosotros quienes conduzcamos?

¿Cómo lo veis vosotros? ¿Somos quejicas los copilotos? ¿De qué nos quejamos? ¿Será que lo que estamos queriendo decir es que queremos conducir? Nos leemos.

Ráfagas traseras. 

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