Tiempos (por Juan H. García)

Compartir

Categoría

Instagram

ÍNDICE/ GUÍA DE CONTENIDOS

Tiempos: A más de 100 km por hora y recorriendo una carretera tras otra, al igual que lo hace un glóbulo rojo por todo el sistema circulatorio del cuerpo humano, no se alcanza a distinguir los diversos paisajes; la rapidez del viaje no lo permite, pero… ¿qué importa?
La emoción y la adrenalina que genera ir montado en una moto último modelo, hace que lo demás carezca de interés, salvo, claro está, todo lo relativo a la seguridad, precaución que no puede ser obviada en lo más mínimo; por consiguiente, casco, traje adecuado, luces y respeto por los límites máximos de velocidad, constituyen una lista de preceptos que todo motero o motera debe guardar. Al fin y al cabo, uno quiere seguir andando toda su vida y no vaya a ser que por una imprudencia, se la arruine torpemente o perjudique a un tercero o ambas cosas.
Pero no es de la ética del motociclismo de lo que quiero hablar en esta ocasión, sino contarles brevemente una anécdota, algo que me sucedió hace poco y que no sé por qué, todavía no alcanzo a comprender.
Era casi medianoche, mi compañera todopoderosa y yo nos dirigíamos a… ¡vaya uno a saber dónde! Íbamos por un camino desierto, era verano y el calor del día aún se sentía en el asfalto; aceleré, quería llegar a mi destino, incluso aunque no supiera bien cuál era.
Tomé el primer desvió que se me presentó, el que según los carteles viales conducía hacia la Capital; volví a acelerar hasta que de pronto, surgió ante mí de manera imponente una moto plateada, del estilo de las antiguas. Su conductor, ataviado adecuadamente, me hizo una seña rara, como desafiándome a una carrera para ver quién iba más rápido o al menos eso entendí.
Acepté el reto y aceleré por tercera vez consecutiva, aceleré, aceleré y continué acelerando, con el único fin de triunfar sobre mi adversario.
Después, tengo un blanco en mi mente, ignoro lo que sucedió, no sé si lo de la moto plateada fue verdad o producto de mi imaginación, pero puedo asegurarles que hoy, año 2333, sigo rodando por los caminos de este país de la misma manera que lo hice siempre, pero ahora ante la azorada mirada de los demás conductores que cuando
pueden, me preguntan si soy coleccionista.

Mujeres Moteras