Mi primer amor una GS500

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crispi-piloto-primer-amorSoy Cristina, pero en pista se me conoce más como crispi. Es un apodo que me puso mi hermano mayor cuando era bien pequeña. Cuando me encuentro encima de mi moto, luchando contra tanto “hombretón” me siento muy pequeña, débil e insignificante, pero cuando éstos me llaman por mi apodo, crispi, me suena cariñoso, me recuerda a mi casa y hace que me sienta más cómoda y tranquila. Quizá parezca una tontería, que lo es,  pero a mí me funciona jeje.

Mi primer amor una GS500

Aunque de siempre me han atraído las motos y el mundo del motor en general, mi amor por ellas empezó el día que me dieron un paseo en una GS500. Me gustó muchísimo pero pensé que sería mucho más divertido llevar que te lleven.  Así que, aunque todavía no tenía edad para sacarme el carnet, empecé a estudiar y a ahorrar para poder comprarme una. Cuando por fin la tuve en mis manos y me di una vuelta por primera vez sentí una libertad y una sensación de bienestar indescriptible. Aunque en una de mis primeras rutas en compañía, una amiga tuvo un desgraciado accidente cuando iba detrás mío y falleció días después en el hospital, fue en ese momento cuando dudé de mi amor por este mundo. Fue muy duro volver a subirse a la moto y recuperar la confianza, lloraba encima de la moto en cada salida, pero poco a poco y con mucho dolor y esfuerzo conseguí volver a sentir esa libertad.

Mi primer amor una GS500

crispi gsxr 600 callePasado año y medio, me compré una GSXR600 con la que compito actualmente. Al poco tiempo de adquirirla entré al circuito para conocer mejor el límite de mi moto y el mío.

Recuerdo que estaba muy nerviosa, apenas dormí un par de horas el día de antes, pensaba en que sería un estorbo para los demás y que me echarían. Veía a todos esos chicos con sus motos preparadísimas, calentadores y monos de competición…sólo pensaba en salir corriendo de allí. Pero una vez en pista todos esos pensamientos salieron a todo gas de mi cabeza, sólo me centraba en pilotar e ir cada vez más rápido. Mi sorpresa fue cuando, a pesar de ser mi primera vez y con la moto de serie, vi que era de las más rápidas de mi grupo (lentos, claro). Así que aquel día al recoger todos los bártulos y con una sonrisa de oreja a oreja, sólo pensaba en volver a aquel maravilloso lugar.

Mi primer amor una GS500

Volví a entrar al circuito tres de veces más y un buen día un equipo de Donosti me vio rodar en Alcarràs. Se acercaron al box dónde estaba y me ofrecieron trabajo como monitora en pista. Me parecía un sueño que me pagaran por enseñar algo que me encantaba, un sueño hecho realidad.  Y poco a poco fui mejorando y cogiendo más soltura, incluyendo alguna caída sin consecuencias graves, pero esto forma parte del aprendizaje y así me lo tomo, como una parte más de la que aprender.

Mucha gente me animaba a que compitiera, que mis tiempos eran buenos, que tenía nivel y empujada por ellos y por un buen amigo y conocido en el mundo del motor, me decidí a correr una carrera del campeonato zona norte, pero eso, será otra historia.

Crispi.