Ya es una realidad. La mayoría de los conductores se distraen al volante. ¿Qué es lo que lleva a un conductor a apartar la vista de la carretera y centrarla en su teléfono o en la pantalla del sistema multimedia del coche? Esa pregunta, que podría parecer anecdótica, en realidad tiene consecuencias gravísimas para quienes comparten la vía, en especial para los usuarios de motocicletas, que son los más vulnerables en el tráfico.
Un reciente informe de la empresa Más Métrica, elaborado para Gonvarri Industries, pone cifras alarmantes a una realidad que los motoristas vivimos muy de cerca: el 62,5% de los conductores admiten que se distraen al volante, y el 76,5% reconoce que usa el teléfono móvil mientras conduce.
El estudio, basado en una encuesta a 2.002 personas de entre 18 y 75 años, destaca que los conductores que más se distraen suelen tener entre 6 y 15 años de experiencia al volante y recorrer más de 10.000 kilómetros al año.
Además, son aquellos con ingresos familiares más altos (entre 3.000 y 4.000 euros mensuales) los que reportan los niveles más altos de distracción. Pero más allá de los perfiles sociodemográficos, hay un denominador común: la confianza excesiva en sus habilidades o, peor aún, en las ayudas electrónicas de sus vehículos.
Ayudas a la conducción: ¿Aliados o enemigos?
La llegada de los sistemas avanzados de asistencia a la conducción (ADAS, por sus siglas en inglés) como el ‘Lane Assist’ o el ‘Control de Crucero Adaptativo‘ así como todos los elementos de prevención o de frenado automático, han supuesto un avance indiscutible en seguridad vial. Sin embargo, también han generado un problema inesperado: la falsa sensación de seguridad.
Muchos conductores creen que estos sistemas pueden suplir por completo su atención, lo que les lleva a realizar acciones tan temerarias como responder mensajes de texto o navegar por las redes sociales mientras el coche “se conduce solo” en carretera. Esta confianza mal entendida resulta especialmente peligrosa para los motoristas, que pueden convertirse en víctimas de una colisión con resultados devastadores en vías rápidas.
Cuando un conductor se distrae durante apenas cuatro segundos a 120 km/h, el vehículo recorre 146 metros a ciegas. En ese tramo, un motorista que frena, cambia de carril o simplemente circula dentro de los límites legales puede no ser visto a tiempo, lo que incrementa exponencialmente el riesgo de accidente.
La velocidad no siempre es el villano
El imaginario colectivo tiende a asociar los accidentes de tráfico con el exceso de velocidad. Sin embargo, el informe de Más Métrica (y muchos otros) subraya que hay factores igual o más relevantes, como el alcohol, las drogas y las distracciones.
Estas últimas son responsables de una cuarta parte de los accidentes en España, según datos de la DGT. Para los motoristas, esto no es ninguna sorpresa: cada vez es más común ver a conductores manipulando el teléfono o absortos en las pantallas de sus coches mientras los usuarios de dos ruedas nos jugamos la vida esquivando su desidia. Y encima si les adviertes de su imprudencia se enfadan.
Jóvenes y móviles: una combinación explosiva
El uso del teléfono al volante está especialmente extendido entre los conductores más jóvenes, de 18 a 24 años. Según el estudio, creen que pueden usarlo durante 4,4 segundos sin comprometer su atención, frente al promedio general de 2,6 segundos. Esa percepción errónea es letal: en esos 4,4 segundos, el coche recorre casi 150 metros. ¿Cuántas motos u otros vehículos pueden cruzarse en ese trayecto sin que el conductor se percate de su presencia?
Es importante recordar que, según la normativa vigente, el uso manual del teléfono móvil mientras se conduce está sancionado con 200 euros de multa y la pérdida de 6 puntos del carnet. Pero, ¿asusta más una multa o la posibilidad de causar una tragedia?
Alguien miente en las encuestas
El informe también arroja un rayo de esperanza al destacar las razones por las que muchos conductores optan por ser responsables al volante:
- El miedo a tener un accidente (77,1%).
- La responsabilidad de llevar pasajeros (63,5%).
- Pensar en su familia (61,3%).
A esto se suma un apoyo mayoritario (73,9%) a la política de alcohol cero y la creencia de que una mayor inversión en iluminación en puntos críticos podría reducir muertes y lesiones graves. No obstante, esto contrasta con las cifras de aquellos que confiesan distraerse o cometen una infracción, por lo que alguien dice una cosa y hace la contraria.
En el mundo de las dos ruedas, somos conscientes de nuestra fragilidad. Cada vez que salimos a la carretera, confiamos en que los demás cumplan con las normas y mantengan su atención en lo importante.
Pero también sabemos que no siempre es así. Por eso, más allá de reclamar responsabilidad a los conductores, también debemos seguir promoviendo una conducción defensiva, anticipándonos a los errores ajenos y extremando la precaución.